jueves, 20 de noviembre de 2008

Revanchas



El 1º de diciembre se subastará en Sotheby's de Londres la medalla de oro obtenida por el pentatleta alemán G. Handrick en los juegos olímpicos de 1936 en Berlín. Sabemos que Adolf Hitler hizo de estos juegos un gigantesco hecho de propaganda nazi,
Si bien Hitler no se cansaba de proclamar la superioridad de la “raza aria” dispuso a la Gestapo para que ayudara a demostrarla. Como eliminar en pleno al equipo de negros atletas americanos podía producir un incidente internacional de consecuencias imprevisibles, el servicio secreto alemán puso en su mira al entonces campeón mundial de pentatlón, el finés H. Linem, gran candidato a ganar la medalla de oro.
A pocas semanas del inicio de los juegos Linem murió durante una operación para extraerle un forúnculo de una nalga. Una investigación de la GPU rusa descubrió que el cirujano que decidió y practicó la operación era de ascendencia alemana y miembro del partido nazi finlandés. Lo que los nazis no sabían era que Linem tomaba parte entonces de un plan pergeñado por el propio José Stalin para que la Unión Soviética, entonces excluida del Comité Olímpico Internacional (COI), participara de los juegos de Berlín.
La idea era sencilla y efectiva, una vez que Limen ganara la medalla, el finlandés, que era militante clandestino del Partido Comunista, revelaría ante el mundo un documento que lo acreditaba como ciudadano de “la patria de los trabajadores”, poniendo así en ridículo al COI y al país organizador.
Como es sabido, Handrick ganó el pentatlón con holgura convirtiéndose en un verdadero héroe, ya que fue el único miembro del equipo de atletismo alemán que no defeccionó frente a los negros norteamericanos. Pero Handrick no era solo un atleta, era un nazi fanático y eso lo perdió. Cuando Alemania invadió la URSS en 1941, se enroló en la Wermacht, decisión fatal para él, que dio a los soviéticos una inesperada oportunidad de revancha.
En enero de 1943 Handrick estuvo a punto de lograr su última hazaña deportiva cuando escapaba de la contraofensiva rusa en Stalingrado.
En esa oportunidad, recorrió a pie 60 kilómetros, esquivando el cerco ruso pero, cuando estaba a poco más de cien metros de una defensa antitanque, fue avistado desde un tanque enemigo. Como el tanquista ruso no disponía ya de municiones, decidió entonces arrollar al alemán.
Handrick ayudado por el gélido viento de la estepa logró batir su propia marca en los 100 metros llanos pero el T-34, que desarrollaba una velocidad de 120 Km/h, lo aplastó pocos metros antes de llegar a la zanja salvadora. Los tanquistas al registrar al nazi comprobaron que este llevaba una medalla dorada colgando de su cuello.
La oruga del T-34 había pasado por sobre el tórax del atleta haciendo una impresión en el costado derecho del trofeo, detalle que sirvió más tarde para verificar la autenticidad del mismo.
Los tanquistas intentaron vender la medalla a un oficial ruso pero este, aficionado a las competencias olímpicas, reconoció el valor del objeto y lo derivó a inteligencia militar, cuyo responsable en el área de Stalingrado era, nada menos, quién se convertiría luego en el célebre reformador de la URSS: Nikita Khrushev. Se sabe que este hecho fue un jalón más que permitió al ala reformista del PCUS empujar a Nikita a los primeros planos del Partido.
La medalla, finalmente, fue a parar al museo de la Gran Guerra de Liberación en Moscú.
Cuando la reunificación de Alemania el presidente Gorbachov devolvió la medalla en prenda de reconciliación al canciller alemán y este a su vez, la entregó al único descendiente vivo de Handrick, un joven de 18 años, desempleado de la ex República Democrática Alemana, que la vendió a un dealer británico para comprar éxtasis en la rave de Berlín. Se desconoce hasta ahora el nombre del beneficiario de la subasta.

Clara Egg Zetkin, para “Olé” 19/11/08

1 comentario:

  1. La medalla fue comprada en la subasta por Roman Abramovich, presidente del Chelsea y meritorio miembro de la mal llamada cleptocracia Rusia (¡cómo si la burguesía no robara!). El trofeo está nuevamente en Moscú pero exhibido en el museo de la Liberación de los mercados.

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