Fútbol sin "caños" |
Podría decirse, sin temor a errar excesivamente, que de todos los entretenimientos colectivos, el fútbol es quizás el último bastión del placer del juego por el juego mismo. Cierto que la profesionalización de la actividad, devenida deporte, y de sus practicantes, devenidos empleados, ha afectado los modos y manera en los que se juega al fútbol. Y es también cierto que los factores económicos han afectado aún más a tan valioso elemento de cohesión social.
Pero lo que hasta ahora parecía ser un mal menor se ve agravado inmensamente por un nuevo factor que sube a la palestra. La escisión de la FIFA en dos grupos antagónicos, la FIFA y la FIFFA (éste último: Federación Internacional de Feligreses Futbolistas Asociados) ha puesto en descubierto la última estratagema de los Estados Pontificios para contar con una selección propia. A través del Banco Lombrosiano la sede pontificia ha estado gestionando la compra de diversos jugadores para armar un equipo capaz de competir en los próximos mundiales. Pero este artilugio debe enfrentar varios obstáculos. Por lo pronto, el católico requisito de que todos los jugadores concentren per secula seculorum – norma relativamente fácil de imponer (nominalmente) entre seminaristas, pero no así entre jugadores profesionales. Pero tal como anunciara el DT, Jorge “Pancho” Bergoglio, nada es imposible para Dios.
Los Estados Pontificios proponen además la modificación del reglamento de juego. Quieren que se estipule la confesión compulsiva luego de cada partido (pudiéndose aplicar faltas retroactivamente, como modo de expiación) y que los mismos den comienzo con la bendición y el canto del himno: “Papa, las pelotas.” Sospechamos que estas propuestas no encontrarán ecos entre fanáticos y dirigentes. Los primeros por preferir otros ritmos a la hora de cantar, y los últimos porque el Banco Lombrosiano no ha acordado los porcentajes por representación para los dueños de jugadores y equipos.
Por ahora, lo único en firme es el uniforme: Camisa amarillo (patito), pantalones blancos con tiras amarillas y botines rojos. Porque a Dios rogando pero con los (diabólicos) botines dando.
Giordano Bruno para el L' Observatore de calcio, Roma 08/07/1013
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